Si hay algo en que muchos viajeros estamos de acuerdo, es que no hay mejor plan que el de encarar la ruta hacia un nuevo destino. Viajar, en el sentido más terrenal de la palabra: con música a todo volumen, rodeado de buena compañía y con algo rico entre manos. En viajes así, sólo queremos que el tiempo se prolongue y que los kilómetros se estiren como un chicle viejo, alejando la llegada de nuestros mapas. Por suerte existen rutas como la famosa Great Ocean Road australiana, donde el trayecto es el destino en sí mismo: el verdadero roadtrip, donde no hay un lugar específico al que llegar, sino disfrutar de los varios que pasan por tu ventana - como una película - hasta toparte con aquel que te obligue a bajar por un rato. 

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Mi euforia por saber quién me había tocado era proporcional a la de un niño cumpleañero: ni bien llegué a la esquina de la librería, lo abrí. Mi cita era Ernest Hemingway, con su novela Al otro lado del río y entre los árboles (1950). La ocasión perfecta para redimir la plantada que le hice hace unos años con París era una fiesta (1964), extraviado en una mudanza. “Me quieres, pero aún no lo sabes”, dijo Hemingway una vez. Nada que me emocione más que averiguarlo, Ernest…

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Creo necesario advertir los efectos que la Costa Amalfitana pueden generarle al organismo. Piénselo bien antes de ir porque, una vez allī, no hay vuelta atrás: lo que verás tomará todas las partes de tu cuerpo y alterará hasta al más dormido de tus sentidos. Ahora sí, dicho esto, procedo con mi adelanto.

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"Ese será el título del siguiente apartado: Si los huéspedes supieran. 

¿Qué cosas no saben que ocurre en el backstage de este hotel? (o me atrevo a decir en el de cualquiera, considerando que este que está en la punta de la pirámide no es la excepción)"

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Lo mismo que seguramente ustedes tampoco, pero yo sí, porque fui protagonista y voy a develarlas. 

Roma es ROMA en el imaginario colectivo del viajero. La copa sostenida en alto después de años de fantasear con la pizza y la copa de vino en la mesa de mantel rojo cuadriculado sobre la vereda, de soñar incansablemente con el paseo en la famosa Vespa alrededor del Coliseo y de imaginarse caminando entre las ruinas más famosas y antiguas del mundo. 

La culpa de nuestro fervor romano recae en la historia de Julio Cesar y Marco Aurelio por un lado y la industria de Hollywood por el otro. ¿Quién no viajó desde el sillón de su casa con películas como Comer, Rezar, Amar o La Dolce Vita ni se teletransportó en el tiempo con El Gladiador? Después de tanta exacerbación audiovisual, finalmente llegar a esta ciudad es una meta cumplida. 

Ahí estaba, a la derecha de la niña con trenzas de mirada seria y amenazante y el Hulk furioso sin ojos. Encima de la cebra vendada con cinta adhesiva, devorándosela, pisoteándola como al resto de las calcomanías pobres e insignificantes a su alrededor. El “SANTO DIEGO”, como su titulo en rojo y mayúscula lo decía, posaba con su manto- también rojo- y sus brazos abiertos y extendidos hacia el cielo. La aureola negra sobre su cabeza era la confirmación de lo supuesto: no era un hombre de carne y hueso. En Nápoles, Diego Armando Maradona era una deidad. 

No tenía la más p**a idea de dónde estaba mi auto. Milagros acordate, por dios. La oreja recién perforada es la primera señal, tiene vida propia. Pum. Pum. Pum. Nuestro auto, el que comparto con dos amigos más, desde hace menos de una semana. 

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Passió, comida regenerativa, es una experiencia gastrónomica elevada: no solo por los 1300 metros a nivel del mar en los que se asienta, también por la fusión de Agustín Spina, dueño de la granja Alhaurín y Carlos Falcó, chef correntino. El resultado es una producción artesanal y macrobiótica con incidencia guaraní. Un programa que deleita paladares y ojos, con las sierras cordobesas haciendo lo suyo en el fondo. 

Una vez leí que las ciudades son espacios huecos que rellenamos sentimentalmente en función de las experiencias que vivimos. Melbourne y mi hermano, además del corazón, rellenaron mi panza. 

¿Realmente vale la pena pasar por esto? ¿Cuál es el costo que estoy dispuesta a pagar por 365 días más? La vida (y la paciencia) en la " farm" australiana.

Un sueño extraño en un domingo cualquiera. Unos minutos. Un sueño cualquiera en el domingo más extraño, y triste, de mi año. 

"Do you have experience?" ("¿Tenés experiencia?") Contesté que no, el anuncio decía específicamente que no era necesaria. Sin decirme nada me dio una túnica y me señaló a Emilia. "Once inside, just copy her". ("Una vez dentro, copiala a ella"). Con esa frase recibí mi título de masajista.

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​Faltaban cuatro días para navidad y a todas nos inquietaba la idea de estar lejos de casa en esa fecha. No lo decíamos, pero la susceptibilidad que había en el aire lo dejaba muy en claro. Por eso nos habíamos juntado a comer, incluso Agostina - la desaparecida del grupo- había venido. Qué buena iniciativa. Si había alguien que podía romper con el clima nostálgico de fin de año eran ella y sus historias. Esta es una, que surge en plena sobremesa, con unas copas de vino encima y termina con muchas, pero muchas risas.

Recién con el cinturón abrochado y el avión a punto de despegar recordé por qué seis meses antes no lo había hecho. Porque tirarme como bolsa de papa al vacío desde un avión a 4000 metros de altura era el riesgo mas grande que tomaba en mi vida.